[Continuamos la serie dedicada al análisis de la naturaleza del dinero y su papel en la historia humana a traves de los escritos de massimo Fini.]
Massimo Fini
Del libro "Il denaro, sterco del demonio", Marsilio 1998
Tradicionalmente
las funciones del dinero son cuatro: 1) Medida del valor; 2) Intermediario en
el intercambio; 3) Medio de pago; 4) Depósito de riqueza.
No
hay nada que objetar sobre las primeras tres. Pero quitémonos de la cabeza que
el dinero sea riqueza o la represente.
Pedro
de Valencia escribió en 1608: “EL mal ha
venido por la abundancia de oro, plata y moneda, que ha sido siempre el veneno
destructir de las ciudades y las repúblicas. Se piensa que el dinero es lo que asegura
la subsistencia y no es así. Las tierras trabajadas de una generación a otra,
los rebaños, la pesca, he aquí lo que garantiza la subsistencia de ciudades y
repúblicas. Cada uno debería cultivar su porción de tierra y quienes viven de
la renta y del dinero son gente inútil y ociosa que come de lo que otros
siembran.” […]
En
1929 los americanos que habían invertido en la Bolsa de Nueva York se
consideraban riquísimos pero fue suficiente que alguien no creyera ya en el
valor de aquellas acciones (que como veremos son dinero a todos los efectos)
arrastrando a los demás en una avalancha, para que aquella riqueza se revelase
por lo que era: papeles para tirar a la basura. El único uso razonable fue
enmarcarla como recuerdo de la locura colectiva. El valor de una vaca, en
cambio, no puede ser reducido a cero, obtendré de ella siempre leche o, en caso
de necesidad, la convertiré en filetes. […]
En
nuestros días [1998] los primeros 385
millonarios del mundo poseen un patrimonio igual a la renta total de países que
representan el 45% de la población mundial, y Berlusconi con sus cinco mil
millones de dólares según la estimación de Forbes,
tiene un patrimonio igual a la renta de todos los habitantes de Níger. Pero
si fuese transferido a Níger no sólo el patrimonio de Berlusconi sino el de los
otros 384 millonarios ese país, si lo hipotizamos como una mónada cerreda,
aislado, no sería por ello mas rico. Se desencadenaría simplemente una
formidable inflación. […]
Se
comprende quizá mejor el sentido de los ejemplos heterogéneos y un poco descuidados
que hemos juntado si en vez de una suma
determinada consideramos el dinero en conjunto. Yo puedo estar ciertamente
dispuesto a intercambiar mi vaca con dinero pero no cambiaría nunca todos los
bienes del mundo con todo el dinero del mundo. Porque no sabría qué hacer con
él. […] Si cojo un individuo aislado y lo privo de todo su dinero, en una
sociedad estructurada como la nuestra a economía monetaria muere de hambre,
pero si tomo todo el dinero del mundo y lo tiro por la taza del water la
humanidad vive igualmente. El dineor no aumenta en nada la riqueza del mundo,
porque puede adquirir sólo lo que ya existe, puede transferir el título de propiedad
de las cosas. Puede desplazar la riqueza pero no es él mismo riqueza [...] no
hace mas que movilizar energías que existen ya ( y sólo si ya existen) y que
podrían activarse perfectamente sin él. Como mucho un buen lubrificante.
El
hecho de que el dinero tenga esta particular e indudable capacidad de “hacer
trabajar” no nos dice por tanto que sea por sí mismo un ariqueza, en el sentido
material y común en que generalmente lo entendemos, sino otra cosa: que los
hombres, al menos en su mayoría, creen
en el dinero […]
Es
necesario distinguir el dinero de la moneda que es su soporte material. El
dinero lleva mejor a cabo su función de intermediario en el comercio cuanto
menor es el valor del material que sirve como soporte […] alcanza su perfección
y su pureza cuanto más se desmaterializa. Porque el dinero en cuanto tal no
existe en la naturaleza: es una abstracción. En efecto, de cualquier forma en
que se presente (mercancía usada como moneda, oro, monedas metálicas, papel
moneda, billetes, acciones, obligaciones, registros en una cuenta corriente,
impulsos electrónicos, nota del barista que apunta que le debo un café) el
dinero es una promesa […] en cuanto
promesa y crédito basado en la confianza el dinero se liga al tiempo, a ese
tiempo particular que es el futuro.
La confianza en el dinero es confianza en el futuro. El dinero es, a través de
la confianza, el puente entre presente y futuro. Y aquí está el núcleo duro de
la entera cuestión del dinero. Es este enganche con el futuro lo que da al
dinero su fuerza, su devastante capacidad de atracción y de acción. Porque el
hombre, sobre todo el hombre moderno, es un ser que hace proyectos, se proyecta
a sí mismo en el futuro, cultiva ilusiones.
En
virtud de esta relacion con el futuro, de su ser futuro, el dinero deriva su inaferrabilidad, su falta de
definición, el carácter escurridizo, la naturaleza metafísica. Porque el futuro
es sólo una representación de la mente: es un tiempo inexistente […] y el
futuro cuanto más se desplaza para adelante es más inexistente. De aquí la
necesidad de deshacerse del dinero lo antes posible. Hay que gastarlo, si no
enseguida, antes de que los demás se den cuenta de que no existe […] a la
larga, las deudas no se pagan. Si no fuera así cualquier suma modesta,
depositada en el banco, en algunos decenios se haría enorme con los intereses
compuestos. Muy al contrario, en pocas decenas de años e incñuso mucho antes,
esa suma desaparece […] el dinero sufre los insultos del tiempo, se deteriora.
Y es otra de sus paradojas. Porque una abstracción es, por definicion,
indestructible. El dinero en cambio pierde valor más o menos lentamente a causa
de la inflación, que es un fenómeno constante que lo acompaña desde su
nacimiento. Pero puesto que el dinero no existe, es un credo, una fe, una
ilusión, puede también desaparecer de golpe o en poquísimos días.
Es
un hecho que, a la larga, las deudas no se pagan, la promesa no se mantiene. El
dinero es por tanto una patata caliente en las manos y hay que liberarse de él
antes de que empiece a quemar los dedos. Como la famosa cerilla encendida. La
habilidad consiste, como en el juego, en tener la cerilla en la mano hasta el
último momento. Por esto los empresarios, los financieros, que son los que
mejor han entendido la naturaleza del dinero, lo hacen girar vertiginosamente,
cambiando continuamente el uso que hacen de él y manteniendo sólo el mínimo de
liquidez que les es indispensable, preparados para deshacerse también de ello.
El gran juego del dinero está todo aquí: hacer recaer, en el momento oportuno,
su inexistencia sobre los que han sido demasiado crédulos.
Naturalmente
se trata de un juego de alto nivel, porque la gran mayoría de las personas está
obligada a soportar el dinero y nada más […]
Ha
llegado a lo sublime el empresario de nuestro tiempo, que no utiliza ya ni
siquiera dinero propio sino el ahorrado por la masa de los ciudadanos. Con lo
que el riesgo de la volatilidad del dinero se pasa a otros a priori. El ahorro
sirve a quien gasta, no a quien ahorra. Los más grandes deudores son los
empresarios. Porque saben que el dinero no existe. Es una idea en la cabeza.
[…]
Como
hemos indicado el dineor e simperosnal, indeterminado, privado de forma, de
carácter, de particularidad y justamente esta indiferencia lo vuelve
intercambiable con cualquier otro objeto […] en resumen es un ser sin
cualidades. Excepto una. Su cualidad es la cantidad. Es un saco vacío pero la
dimensión del saco es decisiva […] A decir verdad el dinero tiene otra cualidad
además de la cantidad. Y desciende de su indeterminación, impersonalidad, falta
de carácter y de individualidad, esto es justamente de su falta de cualidades:
es la ductilidad. El dinero se presta a cualquier finalidad. Porque es un puro
medio que no tiene en sí un fin puede ser usado para cualquier fin […] El
dinero abre un proceso al infinito. Si yo pago una deuda con un bien en natura
la cosa termina ahí. Si pago con dinero se cierra un credito pero se abre
inmediatamente otro.
[…]
El
proceso ad infinitum del dinero tiene
la necesidad, exactamente como un esquema piramidal, de parecer abierto en todas las direcciones y de llegar al mayor
númeor posible de personas, posiblemente lejanas entre sí, de manera que su
esencial circularidad, su carácter ilusorio, su íntima inconsistencia, su
demencia automultiplicativa, no sean perceptibles. Naturalmente este
movimiento, el pasar de una mano a otra de la ilusión, no puede resistir al
infinito; antes o después por mucho que se demore, el dinero termina por recaer
sobre sí mismo, para revelar que está garantizado sólo por sí mismo, es decir
por la nada.
[…]
El
mecanismo que ha creado la actividad financiera es el mismo, absolutamente el
misno, que ha creado el dinero. La finanza simplemente lo lleva a sus lógicas y
extremas consecuencias. Si el dinero es una promesa, una apuesta sobre el
futuro, un acto de fe, una ilusión, no hay ninguna razón por la que no se deba
prometer una promesa, apostar sobre una apuesta, comprar con la confianza más
confianza, caer en una ilusión sobre otra ilusión, en resumen multiplicar el
espejismo todo lo posible y hasta que sea posible. Si algo no existe, si es
sólo un aproyección de nuestra mente, no es que exista más o menos si lo
multiplicamos. El resultado es siempre cero […] Lo decisivo es que los hombres
crean en ello, en esta promesa, en este crédito, en este signo, en este
símbolo, en esta ilusión, en esta nada.
Es
inútil por tanto poner en discusión el interés o la actividad financiera si no
se pone en discusión el dinero. En el principio básico del dinero, desde que
hizo su primera aparición sobre la Tierra, está contenido el germen, irremediablemente,
de todo lo que vino después. Todo empezó allí. Es una marcha comenzada hace
miles de años, lenta al principio, combatida y frenada, que ha conocido
paradas, retrocesos, períodos de sueño. Durante muchos siglos, durante el
Medioevo, el dinero desapareció. Pero, como la Bomba Atómica, una vez creado ya
no podía ser desinventado. Reapareció, como una profecía, hacie el año mil.
Desde entonces su marcha se ha vuelto una expedición triunfal y como un inmenso
río, que avanzando crece más y más, ha terminado por arrollar todo, hombres y
cosas.
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