[Este artículo de Piero Sella fue publicado
en el número 71 de la revista italiana L'Uomo Libero. Trata de la campaña de
las lobbies homosexuales para imponer sus objetivos en la legislación y la
sociedad, en particular para que sus aberrantes familias alternativas sean
aceptadas. Este articulo fue escrito en el año 2011, y desde entonces hemos podido observar cómo la situación se ha ido degradando con el tiempo; en la misma Italia, más ‘atrasada’ que España en
este sendero del abominio, lentamente se imponen estas aberrantes situaciones y
se llega a eliminar la fiesta del padre en ciertas escuelas ante la presencia
de niños con dos mamás. Este y análogos hechos demuestran, como he
escrito repetidas veces, que aceptar la anormalidad y la aberración lleva fatalmente
a la prevaricación, a que los desviados impongan su ley y no dejen vivir a los
demás; no pueden dejar vivir a los demás porque la normalidad les recuerda de
manera inevitable, fatal, que ellos son los desviados.]
LAS FAMILIAS ARCO
IRIS
En
un país que ha perdido hasta el último vestigio de su soberanía y es prisionero
de estructuras políticas, militares y económicas (la Unión Europea, la Otan,
los Bancos Centrales) en las que no tiene ningun peso, es lógico que tambien
las costumbres tengan que seguir el camino trazado por otros: es el demencial,
insano proyecto de transformar el hombre en algo inedito, en el homo democraticus.
En
este contexto crece constantemente la presión mediática para delinear los
nuevos, revolucionarios objetivos. Y he aquí, en los programas de
entretenimiento televisivo – especialmente los dominicales que garantizan la
mayor audiencia – el gran espacio dedicado a cuestiones relativas a los
aspectos más escabrosos de la sexualidad.
En tales
ocasiones se centra la atención en personajes que se declaran atraídos indiferentemente
por hombres o por mujeres, o que narran, distendidos y alegres, las
circunstancias de su salida del armario, la
manera en que han puesto al corriente su propia familia acerca de su
homosexualidad. Se presentan también padres que, años después de la revelación,
se declaran arrepentidos por habérselo tomado de mala manera en un primer
momento. La progresiva degradación cualitativa de la televisión – pública y
privada – ofrece a las vanguardias de la revolución un buen trampolín de
lanzamiento. Les permite salir del aislamiento, gozar de una atmósfera de
complicidad garantizada por los presentadores y los cazurros aplausos del
público convocado, y sacar provecho de la sociedad democrática – un organismo
privado de anticuerpos – que deja libertad de movimiento a la lobby para una drástica, radical
inversión de los valores.
La
presión mediática es por tanto la brecha a través de la cual los homosexuales,
una congregación potentísima y ramificada, se abren camino y operan para ver
concretemente reconocidos por la ley sus propios objetivos contra natura. Que
detrás de las citadas transmisiones esté el deliberado intento de subvertir la
vigente legislación familiar sustituyéndola con los modelos occidentales más avanzados,
lo han demostrado dos parejas de homosexuales, una de hombres, otra de mujeres,
huéspedes en un plató televisivo hace pocas semanas.
Los
cuatro forman parte de Familias Arcoiris,
Asociación de padres homosexuales (www.famigliearcobaleno.org). La
asociación se propone obviamente favorecer la “paternidad” y “maternidad” de sus
miembros. ¿De qué manera? Cualquier solución es tomada en consideración con tal
de que excluya el horror de una procreación normal, la que vige desde siempre
entre un hombre y una mujer.
Pero
es oportuno, llegados aquí, resumir lo que las mismas parejas han contado a los
telespectadores.
Los
dos “hombres” han alquilado en Estados Unidos un útero en el cual ha sido
implantado un óvulo para este fin adquirido y fecundado. La operación, repetida
dos veces, ha tenido éxito y así hoy los dos “esposos” pueden vivir con dos
niños que les llaman papás.
Presentadora
y público intervenían inconscientes y alegres. No lograban evidentemente
imaginar el desconcierto de los dos pequeños que no tienen una madre, viven con
dos maricones y, para no ser escarnecidos por sus compañeros, están obligados a
ir a una costosa escuela privada. En ella el personal ha sido instruido para
seguir el juego y reducir al mínimo sus traumas. ¿Qué futuro familiar y social
podrán tener los dos desgraciados?
Las
dos “mujeres” – una extranjera, americana y judía, el “hombre”, la otra más
joven, italiana – “han tenido” de esta última un niño, con el que viven y que
llama a ambas “mamá”. Sería cruel explicarle al pequeño que mamá tiene sólo
una, pero es lesbiana y vive con una amante de su mismo sexo.
Notemos
antes de nada que la ley italiana no reconoce y no tutela convivencias y
arreglos familiares de este tipo.
Los
casos ilustrados, orgullo de Familias
Arcoiris, han podido verificarse sólo violando la ley y con la ayuda de
organizaciones políticamente afines, que ponen a disposición clínicas y
médicos.
¿Cómo
puede permitirse libertad de acción para asociaciones que tienen como objetivo
declarado la propaganda de comportamientos contrarios a al normativa vigente y
que sugieren descaradamente la manera de evadirla, proporcionando a tal fin
consejos e indicaciones?
No
nos interesan las relaciones interpersonales que ligan entre sí a los
homosexuales, pero es intolerable que esta gente, aprovechando de manera
distorsionada del progreso científico, pueda jugar con la vida, arrastrando
menores inocentes en la obsesiva, turbia atmósfera de malestar en que ellos viven.
La
magistratura, que hasta la fecha ha correctamente rechazado, según el espíritu
de la ley, todos los ataques contra la familia tradicional, debería ampliar su
radio de acción. La peligrosa difusión de estos comportamientos subversivos, la
gravedad de las violaciones cometidas, las ramificadas complicidades configuran
más allá de toda duda el delito de asociación con fines delictivos. Una acción
exenta de remilgos debería en primer lugar negar cualquier reconocimiento en
nuestro país a las situaciones fruto del delito. Los menores que han sido
introducidos en Italia por “familias arcoiris” deberían ser sustraídos a la
patria potestad de aquellos individuos que han demostrado claramente ser no
aptos para ejercitarla.
En
espera de que la ley decida sobre ellos, estos menores deberían considerarse
como “cuerpo del delito” y ser alejados de la “familia arcoiris” en la que han
tenido la mala suerte de caer. Prescindiendo de la pesada herencia genética que
pesa sobre sus espaldas, creeemos que crecer en un orfanato sea de todos modos
bastante más educativo que vivir con dos padres del mismo sexo.
* * *
Mayor
atención se debería prestar también a las adopciones. Se hacen cada vez más
insistentes las presiones para conceder también a los singles la posibilidad de adoptar. Se trata de una abertura por la
cual hordas de pederastas impacientes esperan penetrar.
Los
menores a adoptar además, son hoy considerados únicamente como sujetos pasivos,
y no se les involucra en las indagaciones habituales que se limitan a
establecer la idoneidad de quien los adopta. Sería en cambio deseable que
psicólogos encargados por los tribunales se encontrasen con los menores, para
comprender e informar sobre los límites de su disponibilidad. También en el
caso de que la familia adoptiva tenga ya hijos, para impedir que el egoísmo
altruista de los padres pueda desbordar en la imposición a los hijos naturales
de hermanos no deseados y por tanto incompatibles.
La
existencia de la globalización sugiere ulteriores cautelas. Los prejuicios
antiracistas pueden tener consecuencias devastantes. Una cosa es la tolerancia;
otra es imponer por ley un único modelo de sensibilidad etica y estética.
Pensad a los traumas personales y sociales de un niño blanco adoptado por una
pareja de negros ricos, o en una familia donde el padre y la madre adoptivos
tengan un color de piel diferente.
* * *
Se
podrá objetar que lo que defiende “Familias
Arcoiris”no desentona mucho en el panorama de una sociedad que ya parece
haber digerido casi todo.
Lo
que molesta es sin embargo la insistencia en querer teorizar la legimitidad de
ciertos comportamientos, predicar su difusión, las presiones para adaptar a
ello la legislación vigente. Preferimos los “pecadores” que actúan
individualmente, que no hacen cruzadas, que no se comportan como misioneros y
se conforman con que les dejen en paz.
La
gente ha comprendido esta diferencia y se ríe cuando Vendola dice que, por sus
relaciones femeninas, Berlusconi es la vergüenza de Italia.
Piero Sella
"El homosexual, cuando es un ‘verdadero’
homosexual, no tiene interés en construir la sociedad pues él mismo, lo
reconozca o menos, vive con ansia su propia condición y ve en la sociedad a su
enemigo. La sociedad, en efecto, es tal solamente si está al servicio del
grupo, si garantiza la continuacion de la vida del grupo, y el individuo,
cualquier que sea su manera de vivir, no está nunca del todo separado.”
“El homosexual al poder codifica y simboliza
el fin de la sociedad.”
Ida Magli, antropóloga, en “Il mulino di Ofelia, 2007”
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