"Hubo un tiempo en que el pensamiento era divino, luego se hizo hombre, y ahora se ha hecho plebe. Un siglo más de lectores y el Espíritu se pudrirá, apestará"

Friedrich Nietzsche

sábado, 31 de marzo de 2012

AUTARQUÍA


MASSIMO FINI

El rebelde de la A a la Z: entrada “Autarquía”

Este término hoy está desacreditado, no sólo porque fue una de las banderas del fascismo, sino porque está totalmente fuera del tiempo. En la era de la globalización, de la integración de todas las poblaciones del mundo bajo la bandera de un único modelo, el occidental, que ha demostrado una fuerza, una eficiencia y una capacidad de penetración extraordinarias, la autarquía aparece totalmente anacrónica y el mismo término ha desaparecido del lenguaje político.

Y sin embargo habrá que volver a alguna forma, aun limitada y razonada, de autarquía, entendida no solamente en sentido económico y político (en griego significa dominio de sí mismo), porque la globalización homologa, apisona, vuelve todo igual y provoca en el individuo una fuerte sensación de alienación y una dolorosa pérdida de identidad.

La utopía volteriana e iluminista del ‘hombre ciudadano del mundo’ ha fracasado. Puede que haya alguien que se encuentre a gusto dando vueltas como una peonza entre Milán, Nueva York, Damasco, Nairobi y otros lugares exóticos que además tienden a uniformarse todos, o que se divierta navegando en Internet y contactar con interlocutores perfectamente desconocidos en lejanas regiones del mundo, pero en líneas generales el hombre ha demostrado que necesita raíces, puntos de referencia cercanos, precisos y comprensibles, de lugares que pueda considerar ‘suyos’, de caras conocidas que no sean sólo las máscaras virtuales de la televisión. Invadido por el mundo global, sobre cuyos movimientos no tiene ningun poder ni influencia y de los cuales percibe, aunque sea confusamente, que es un infinitésimo, insignificante y patético engranaje, el hombre de hoy se encuentra solo frente a sí mismo y a la angustia de ser: sin el verdadero sentido de una comunidad, sin mitos fundadores, tradiciones, leyendas, ritos y el sentimiento de una continuidad histórica, es decir de todos aquellos elementos que permitían al hombre de ayer dar un significado, aparente pero suficiente, a la propia existencia.

Solos han estado todos, o casi, los genios de la humanidad, desde Heráclito a Platón a Miguel Ángel, a Beethoven y a Nietzsche, pero además de que su soledad era fecunda, gratificada, al menos en cierta medida, por su arte, tenían los instrumentos conceptuales, intelectuales, culturales, para sostener esta tensión. El hombre contemporáneo, vaciado de su interioridad por un sistema de vida que –con su velocidad, la centralidad dada la economía y a la tecnología, el ensordecedor bombardeo mediático que enfatiza la nada- elimina cualquier espacio para la reflexión, está en cambio privado de recursos y defensas. No le queda nada más que rumiar esa droga que en la utopía negativa Un mundo feliz de Aldous Huxley se llamaba soma y que nosotros podemos traducir con consumo.

Pero el consumo es el motor del modelo. Y el modelo obliga a consumir para llenar el vacío existencial que ha creado. El círculo es vicioso.

Sólo el retorno a formas de autarquía económica, y por tanto a comunidades más pequeñas, con más cohesión, más manejables, donde el hombre recupere identidad, sentido, dominio de sí mismo, y las relaciones con los demás, podría, quizás, permitirle llenar este vacío con algo distinto de un consumismo obsesivo y compulsivo, y de romper esta cadena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario