"Hubo un tiempo en que el pensamiento era divino, luego se hizo hombre, y ahora se ha hecho plebe. Un siglo más de lectores y el Espíritu se pudrirá, apestará"

Friedrich Nietzsche

sábado, 23 de junio de 2012

ESCLAVOS DE LOS BANCOS (1)


[Comienzo una serie de extractos del libro "Esclavos de los bancos" de Maurizio Blondet, autor que ya conocemos y que ha dedicado este libro a la cuestión de la moneda, el sistema bancario y la supremacía de los poderes financieros, en un proceso en curso que cada vez más se revela como la construcción gradual de un poder que aspira a ser mundial, y se configura como un nuevo feudalismo controlado por los mercaderes y creadores del dinero.]

El espejismo de los intereses

El espejismo de los intereses, y en general del lucro en el mundo financiero, es la zanahoria que el sistema bancario pone ante los ojos del asno humano para que siga tirando de la carreta. Es a causa de los intereses que nuestra economía -usurera en su esencia- y las empresas están obligadas a crecer: no para satisfacer las necesidades crecientes de las personas, sino porque las empresas deben ser capaces de pagar los intereses de su deuda. Así prolifera como un cáncer la sociedad del consumo, la publicidad nos empuja a comprar cosas que no necesitamos, nos encandila con objetos que en su mayor parte son espejismos, que los expertos de marketing envuelven en la aureola de los sueños […] Cuando –sucede en los países del bienestar- los seres humanos saturados de mercancías ralentizan las compras, todo el circo mediático y bancario se moviliza para dar el gran anuncio: ¡Id a la Bolsa! !La Bolsa está subiendo!

Y todos a comprar: no mercancías sino valores financieros, acciones y obligaciones. Cuyo precio sube por el solo hecho de que todos los compran.

Se produce así una de las periódicas burbujas financieras especulativas. Se trata de una forma de inflación que no encarece los productos de consumo, sino los trozos de papel que se llaman acciones y obligaciones.

La burbuja especulatica agrava la patología fundamental de la economía post-industrial: la excesiva retribución del capital a expensas del trabajo, de los salarios. El inconveniente de la burbuja no está en conferir un valor exagerado e los trozos de papel, sino en el dinero que mobiliza para su comercio, sustrayendo este dinero al poder adquisitivo de quienes trabajan. Puesto que son también los consumidores esta reducción lleva al cierre de empresas o a su adelgazamiento.

Entre 1921 y 1929 la Bolsa de Nueva York subió un 600% mientras la producción industrial sólo un 30%. Hoy, desde hace decenios vivimos una burbuja similar […] En su conjunto los flujos monetarios entre naciones que son esencialmente especulativos, para la compra de acciones y títulos extranjeros, son más de 40 veces superiores a los flujos justificados por la compraventa de mercancías y servicios […]

La especulación financiera se ve favorecida por los bajos tipos de interés: los bancos retribuyen poco o nada los ahorros, incitando a todos a invertir en la Bolsa  esperando en beneficios que nos protejan de la inflación.

Pero hay que entenderse cuando se habla de intereses bajos. Bajos son los que el banco os paga; pero vosotros pagáis intereses por todas partes y son altísimos. La banca extrae su tributo oculto. Y este tributo es aplastante.

¿No lo creéis? ¿Pensáis que por no haber solicitado una hipoteca o un préstamo no pagáis intereses? Mirad más de cerca.

Cualquier precio tiene una cuota de intereses incorporada. Cada manzana y cada tomate, cada inmueble o bien que compráis, cada servicio que pagáis contiene en su interior la cuota de intereses que el campesino, el fabricante o el suministrador está pagando a su banco por la deuda que ha contraído.

Margrit Kennedy, una economista alemana que intenta pronover las ideas de Gesell [Nota: economista herético alemán (1862-1930) que desarrolló la idea de la “moneda perecedera”] ha intentado calcular el peso de estos intereses en los precios más comunes […]

“En conjunto”, comenta Magrit, “sobre los precios de todos los bienes y servicios que adquirimos el 50% del precio está formado por intereses. En el Medioevo el pueblo pagaba ‘la décima’ de sus ingresos al señor feudal; hoy nosotros le damos la mitad de lo que gastamos a los señores que poseen el capital” […]

Otro grave fenómeno inducido por el mecanismo de los intereses, de la retribución del capital, es la inflación. La inflación continua que erosiona los ahorros se nos presenta como un fenómeno natural. En cambio es el resultado del endeudamiento colosal, respecto a sus ingresos, de individuos y sobre todo de entes, empresas y Estados. Este endeudamiento de personas físicas y jurídicas insolventes es fomentado deliberadamente por los bancos […] Obviamente el mayor deudor, en el que la diferencia entre ingresos y gastos es más astronómica, es el Estado. Que dispone de un medio fácil -una fácil tentación- paga pagar lo que no puede permitirse: imprimir dinero, como se suele decir.

Pero no es esto lo que sucede. No es el Estado quien emite moneda. Esta prerrogativa, el soberano poder de emisión, ¿no se le ha quitado al Estado?¿No es por esto que existe el banco central indepeniente del poder político, para impedir que el Estado se comporte como un demagogo derrochador? ¿No ha sido esta soberanía secuestrada de una vez por todas por serios, graves banqueros, preocupados por el bien de la colectividad, cuyo objetivo declarado es la estabilidad monetaria?

¿Y entonces porqué la inflación?¿Por qué se encarecen las hortalizas y la leche?

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