"Hubo un tiempo en que el pensamiento era divino, luego se hizo hombre, y ahora se ha hecho plebe. Un siglo más de lectores y el Espíritu se pudrirá, apestará"

Friedrich Nietzsche

miércoles, 1 de mayo de 2013

LA SOCIEDAD SIN PADRE (II): Occidente se aleja del padre



[Unos breves pasajes del capítulo 3 del libro de Risé, “Occidente se aleja del Padre” en el cual analiza el declive de la figura del padre en Occidente y su relación con las ideologías hoy dominantes.]

El final del papel masculino en cuanto a organizar y dirigir las energías del hijo, e iniciarlo en la sociedad, consumado por lo menos desde hace medio siglo, marca una ruptura antropológica entre el hombre y la cultura masculina precedente.

Desde entonces, y por prinera vez en la historia masculina, el varón ya no se inicia e introduce en la sociedad adulta por medio del padre, u ottras figuras masculinas que lo acompañan o sustituyen, sino por medio de la madre, y de una serie de figuras femeninas de ayuda y orientación. Ya no hay trazas de la herida paterna, que se infligía, entre otras cosas, separando al hijo de la madre. Cualquier rito que pudiera evocarla ha sido, en la sociedad occidental, cuidadosamente abolido. Desaparecido el padre iniciador, las mujeres prevalecen hoy en todo el sistema escolástico occidental, en las profesiones asistenciales, en la educación, en la ayuda psicológica, etcétera. […]

Desde el punto de vista social, uno de los efectos mas dañinos del abandono de las prácticas inicáticas en el campo masculino, es la progresiva pérdida en los hombres jóvenes de la capacidad de controlar y utilizar positivamente la propia agresividad. Precisamente el aprendizaje de este control, en efecto, era uno de los aspectos centrales de tales prácticas. […]

En el campo femenino, por otra parte, la hija que experimenta un déficit paterno se ve afectada, en el momento de instaurar su relación con la sociedad, por una profunda inseguridad. Toda la psicología clínica demuestra de qué manera este aspecto, atribuido a menudo a una baja autoestima, puede manifestarse en comportamientos de renuncia o autolesionistas; o como sucede a menudo hoy, con una competitividad exasperada, a través de la cual la mujer busca enmascarar la propia inseguridad, sustituyendo a la aprobación personal del padre esa otra, impersonal, de la sociedad, de la empresa, del grupo político, etcétera. Incluso cuando llega el éxito y el reconocimiento público, no consigue sin embargo sustituir la tranquila seguridad proporcionada por una relación positiva con el padre. La mujer paga así esta fragilidad psicológica, enmascarada (y por tanto aumentando el riesgo) por la fuerte ambicion, con patologías que pueden ser graves, la más frecuente de las cuales es la anorexia. […]

Con la centralidad del valor materno de la “satisfacción de las necesidades” (en gran parte inducidas artificialmente por el sistema mediático), conveniente para el consumo y por tanto para el crecimiento de la sociedad industrial, la entera sociedad (no sólo las grandes empresas) se ha convertido en una Gran Madre. […] La orientación hacia la “satisfaccion de las necesidades” es regresiva, porque nos lleva a exigencias psicofisiológicas propias de la primera infancia: la sociedad occidental es, como veremos, una sociedad profundamente infantilizada. […] Esto genera una identidad débil, que vive en el ansia de lo provisional, y un sentimiento de vacío, que metafóricamente se “llena” a menudo con la ingestión de sustancias (alcohol y drogas). O bien con la ingestión de creencias igualmente “fabricadas”, políticas o pseudoreligiosas.

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