Cómo devalúan vuestro dinero
Lo
que hemos explicado anteriormente no es más que una parte del proceso
inflacionario puesto en marcha por los bancos. Porque la banca inflaciona el
dinero de manera aún más radical, con su misma existencia.
Para
comprenderlo será necesario ilustrar una verdad entre las más disimuladas: hoy
la moneda es, esencialmente, deuda.
Cuando
necesita dinero, el Estado emite deuda pública: el Estado se compromete a pagar
a quien la posee una cierta suma, con un tipo de interés determinado, en una
determinada fecha.
Pero
estos títulos no son aún dinero, no son todavía euros, o dólares. Pues la
facultad de transformar la deuda pública en dinero pertenece al Banco Central [Nota: o los demás bancos que compran la
deuda. También particulares pueden hacerlo pero esto no contribuye a la
inflación] que compra estos títulos al Estado y los registra como activos.
Son activos porque se considera que el
Estado emisor pagará antes o después su deuda. ¿De dónde viene esta confianza
en la solvencia del Estado? De que el Estado puede extraer de sus ciudadanos
todo el dinero que quiere a través de los impuestos; por tanto en los
contribuyentes, en su trabajo y sus ganancias, se basa en definitiva la
solvencia del Estado.
El
Banco no arriesga entonces prácticamente nada. Registra los títulos de deuda
pública como activo que utiliza para
abrir un correspondiente pasivo, que
es la cuenta abierta a nombre del Estado y de la cual éste puede retirar dinero
[…] y emitir órdenes de pago para pagar sus gastos.
Esta
es la primera hornada de moneda ex nihilo
que aumenta la masa monetaria presente en la economía, haciendo aumentar los
precios de bienes y servicios. Pero es sólo el principio.
Los
suministradores y los dependientes del Estado, en efecto, cuando reciben sus
pagos, los depositan en cuentas corrientes. Allí cambian su naturaleza: se
convierten en depósitos bancarios.
Doble
naturaleza: la banca los registra como pasivos
(porque algún día los deberá restituir pagando intereses) pero también como
activos con lo cual están disponibles
para conceder préstamos a terceros (cobrando intereses mucho mayores de los que
paga por los depósitos).
Pero
hay más: una vez registrados en los libros, los depósitos cambian de nombre y se
convierten en reservas bancarias.
Gracias
a este cambio mágico de nombre comienza la fantástica multiplicación de
pseudo-capital. El truco se llama en la jerga bancaria (para que los profanos
no lo entendamos) reserva fraccionaria. Un depósito de 100 euros de un cliente es la reserva, que permite al banco prestar hasta
900 euros en total. Esto si el Banco Central ha ordenado a los bancos
comerciales mantener reservas del 10% […]
El
lector estará algo perplejo: ¿Cómo puede la banca prestar dinero cuando el
depositante puede retirarlo en cualquier momento? ¿Cómo puede tener prestado
nueve veces más de lo que tiene en caja?
En
efecto la banca es radicalmente insolvente.
Cuenta con que estadísticamente es muy improbable que todos retiren enteramente sus depósitos al mismo tiempo.
[Nota: es necesario dar aquí alguna
explicación adicional porque creo que el texto original de Blondet no detalla este
punto suficientemente y es algo confuso. No sé si mi explicación aclara mucho o no pero me parecía necesaria.
El mecanismo de la reserva fraccionaria
permite al banco prestar 90 de los 100 euros depositados. Estos 90 euros a su
vez serán depositados en el banco –que sea el mismo u otro no es relevante pues
todo el sistema bancario está conectado y funciona como un gran banco- y por
tanto con estos 90 euros depositados se podrá hacer otro préstamo de 81 manteniendo una reserva de 9 –el 10%-. En principio este proceso puede seguir
indefinidamente y –es un ejercicio elemental de matemática- el resultado es una
masa de préstamos con un límite teórico de 900 euros por cada 100 euros depositados
en los bancos.
Límite teórico que no se alcanza porque no
todo el dinero retirado va a parar a otro banco: hay transacciones en forma de
billetes y monedas, y además pero el límite teórico se alcanzaría si todas y cada una de
las transacciones económicas se realizaran a través del sistema bancario y los
bancos consiguieran prestar hasta el máximo que se les permite. Por eso ponen
tanto empeño en limitar las transacciones en metálico y obligar cada vez más a
que todo pase por los bancos, con la excusa de la lucha contra el reciclaje y
el dinero negro.
Es una cadena de préstamos y depósitos; aunque
en cada anillo de la cadena el banco no haya prestado más de lo que ha recibido
en depósito –ha prestado el 90%- el sistema bancario en su conjunto sí. Visto como
un todo, globalmente, el sistema bancario ha recibido 100 euros en depósito y
ha prestado –lucrando intereses- 900. Estos 900 euros son los sucesivos
depósitos realizados por quienes han recibido los préstamos, es la cantidad
total depositada. La insolvencia de los bancos reside en que los depositantes
pueden exigir su dinero en cualquier momento y los bancos que han prestado no.
Si todos los depositantes quisieran retirar el dinero en un cierto momento, al
banco le faltarían estos 900 euros que no tiene en caja, los cuales puede
exigir porque los ha prestado, pero no en ese momento, solamente en una fecha
futura. De hecho ni siquiera existe todo ese dinero que es puramente virtual.
El mecanismo de la reserva fraccionaria es
una pura y simple estafa; un tiempo estaba considerada una práctica ilegítima y
era ilegal, pero con el tiempo los banqueros lograron la legalización de sus
prácticas fraudulentas.
Finalmente, en todo lo comentado no se consideran los otros usos que los bancos pueden hacer de los depósitos, como realizar operaciones financieras e inversiones arriesgadas, que pueden llevar a un banco a la quiebra más fácilmente que la muy improbable retirada de todos los depósitos.]
Al
final del proceso el importe del dinero creado de la nada por la banca será 9
veces el dinero originariamente creado de la nada con la deuda pública […].
Todo este dinero es deuda, una pirámide de deudas apiladas unas sobre otras.
Sobre la deuda del Estado –del cual ha sido creada la moneda- se acumula la
deuda del circulante de origen bancario.
Ahora
se comprenderá mejor la frase de Ezra Pound, profeta duramente castigado por
decir su verdad: “un pueblo que no se
endeuda provoca la rabia de los usureros”
¿Y
quién paga los intereses? Los que el Estado abona por su deuda, los que el
deudor abona. Los paga el trabajo. El trabajo de las personas es lo que llena
con riqueza real […] el pseudo-capital creado de la nada por los bancos.
[…]
Se
dice que la inflación es un impuesto oculto. Ahora podemos añadir: es el
impuesto oculto que la banca extrae de nuestro trabajo, que es lo único que
crea riqueza real.
[…]
La
diferencia y la diversidad sociológica entre siervos y amos nunca ha estado tan
claramente delineada. No ha sido nunca tan fuerte en la historia. No en la Edad
Media, no en el Imperio Romano, no cuando la moneda era de oro y convertible en
oro. Sólo hoy hay verdaderos siervos y verdaderos amos. Quien crea el dinero,
con el cual conmina trabajo a todos
nosotros, ése es el verdadero amo que
nos convierte en siervos.
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