Por Gianantonio Valli
Martes 1 de Mayo
Martes 1 de Mayo
Nos
despertamos a las 9 y partimos con el minibus, junto a un periodista cubano con
el que nos entendemos en español, hacia uno de los mayores hospitales de
Oriente Medio, dirigido por militares, con médicos y enfermeros sirios y de
otras nacionalidades. Protegido con puestos de control, es una estructura
imponente, con unidades para la cura de tumores y el transplante de médula, con
capacidad de 1.200 plazas de las cuales en ese momento 700 estaban ocupadas por
civiles y 110 por militares heridos. Nos acoge con gran afabilidad el director,
un general, médico especialista en ortopedia, cristiano e hijo de campesinos. Cada
día, nos dice, llegan una quincena de militares heridos, y unos quince son los “mártires”
(shahid, plural shouada), militares y civiles, que mueren cada día. Hace cinco meses
que el general no ve a su mujer e hijos, que han permanecido en el pueblo donde
residen, en una zona relativamente segura.
Presionado
por nuestras preguntas, responde a las de carácter no militar, informándonos de
que ayudando a los terroristas de fuera, infiltrados desde Turquía, Líbano,
Jordania e Irak, hay miles de delincuentes sirios, en parte ya condenados, en
parte en espera de juicio, que durante los últimos años han escapado de la
justicia. La mayor parte de los cristianos hace ya meses que han huido de las
zonas plagadas de terroristas, armados no sólo con fusiles, ametralladoras y
explosivos de todo tipo, sino también con lanzacohetes. El general observa además
que, a causa del clima de tensión y miedo, en los últimos años ha observado un
aumento de las mujeres que llevan el velo. En las zonas afectadas han sido
cerrados muchas tiendas. El 90% de los sirios está cansado de esta situación, y
precisamente de este desgaste esperan sacar provecho los terroristas y las
potencias enemigas para debilitar el gobierno. El comercio interno y los
intercambios internacionales han disminuido notablemente. Los precios se han
duplicado en seis meses, la construcción está casi completamente parada en
todas partes.
En
Homs, una de las ciudades más afectadas, ha sido descubierto un ramificado túnel
de fuga excavado por los terroristas, de dos kilómetros de largo. Al principio
el gobierno, para no exasperar el descontento, real en algunas zonas del país,
ha intentado dialogar con los opositores. Esto ha hecho perder tiempo precioso,
les ha dado alas a los terroristas y ha permitido a turcos, americanos,
franceses e ingleses, apoyados por las monarquías reaccionarias del Golfo, en
particular Arabia Saudita y Qatar, de seguir adelante con sus planes. Por fortuna
Siria no sólo posee buenas fuerzas militares, en particular una defensa antiaérea
de alto nivel, no sólo se encuentra en una situación geoestratégica
extremadamente delicada cuya perturbación podría alterar los equilibrios en los países
vecinos, sino que goza del aberto apoyo de Rusia…finalmente despierta después
de que le tomaran el pelo –como a China- los demás miembros del Consejo de Seguridad
con sus bonitas palabras, en la intervención “humanitaria” contra Libia.
Terminadas
las preguntas y el intercambio de opiniones, nos conducen a visitar a los
pacientes. El primer soldado qu encontramos, 22 años, ha sido herido en Daraa
el 18 de abril, mientras estaba de servicio en un puesto de control junto a los
observadores de la ONU; algunos manifestantes, salidos de la multitud, lo habían
agredido, golpeado en la cabeza y finalmente le habían disparado. El segundo es
el coronel Ahmed Mansour, al que se le ha amputado la pierna izquierda, perdida
a causa de un artefacto explosivo de fabricación franco-israelí colocado bajo
su coche en Damasco el 3 de abril. Tras haber hablado del atentado del cual ha
sido víctima, con voz tranquila nos recuerda que en Homs ha visto con sus propios
ojos a los terroristas, que califica como ignorantes –en gran parte libios y
afganos- secuestrar y degollar brutalmente un grupo de civiles al grito de “Allah Akbar” (Dios es grande): “Siria es víctima de un complot oculto, guiado
por los Estados Unidos de América, y detrás de ellos están Arabia Saudita,
Qatar y Turquía. Son ellos los financiadores de estos terroristas asesinos”. El
tercero es el mayor Ihsan Jaavar, que el 25 de abril ha sido alcanzado en Daraa
en el brazo derecho, por lo cual lleva un aparato ortopédico con una innatural
desviación en la muñeca, habiendo sido lesionado el nervio radial; tras un
intercambio de fuego de tres horas y media, sus soldados, atacados por un grupo
de cuatrocientos terroristas, han tenido seis muertos.
El
cuarto soldado, alcanzado en la cadera izquierda por un francotirador en Homs
durante la limpieza del territorio en diciembre de 2011, está en el hospital por
complicaciones infectivas en sus heridas. El quinto, un joven brigada del Ejército,
el 26 de abril ha sido secuestrado mientras caminaba por las afueras de
Damasco, herido por por una decena de disparos, arrojado en un foso y dado por
muerto; aún está en coma, con el brazo derecho fracturado en tracción, tiene
una máscara de oxígeno, la subclavia izquierda canulada, suministro de plasma y
aspiración de la cavidad pleural derecha. El sexto, un suboficial de cabellos
grises herido en un tiroteo, hace algunos días, ya en el hospital, ha recibido
la noticia de la muerte de su hijo, también militar; en la habitación está
presente su mujer; conmovido, Pilato les estrecha la mano, expresando comprensión
por su dolor pues también él es padre. El séptimo, la pierna derecha en tracción,
es un joven brigada de limpia mirada que con sus 25 soldados, ha sido atacado
el 21 de abril en el mercado de Daraa; en la emboscada han caído cinco de sus
hombres, y doce han resultado heridos. El octavo es un civil que mientras
conversaba con conocidos suyos delante de su tienda ha sido alcanzado por
disparos de metralleta por ser “tibio” hacia los terroristas. Al final de la
visita, rodeados por médicos, enfermeros y personal vario, nos enteramos de la
llegada de un joven militar caído. Llevado al depósito en una tosca caja de
madera, abierta durante algunos segundos para el reconocimiento por parte de
familiares y amigos, asistimos a la desesperación de los padres. Cerrado el ataúd
después de que Pilato filmara brevemente el rostro devastado, se le entrega a
los familiares y se lo lleva una ambulancia para el entierro.
Por
la tarde visita de grupo al suk, el
mercado cubierto de la ciudad vieja. Para llegar, intenso tráfico de coches y
personas en las amplias calles, semáforos dotados de una cuarta luz que indica
los segundos restantes de rojo y verde, muchos con señales acústicas para los
invidentes, guardias de tráfico en uniformes impecables. Oudai nos ofrece
bebidas, cada pocas decenas de metros se encuentran puestos con zumos de
naranja, pomelos y granadas. Después de los horrores del hospital nos parece
estar en otro mundo, frenético, vertiginoso, risueño bajo el sol y el viento
que ha barrido el cielo gris de la mañana. Muchachas vestidas a la occidental,
también con pantalones, otras con velos de todo tipo, generalmente con el que
rodea el rostro, otras sólo con los ojos visibles, raras las espectrales
figuras negras con el burka. Después de
la visita al suk y a la mezquita de
los Omeyas, donde intercambiamos alguna palabra con tres jóvenes
filogubernamentales de Aleppo, entusiastas por haber recibido nuestra solidaridad,
la principal mezquita chiíta, donde nuestro estalinista se conmueve, vagabundo
sin meta, hasta que se decide a tonificar la indolente musculatura en un hammam (baño turco).
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